He visto al hombre del río. Reynaldo Flores

 

La colina de la espera

 

Un hombre salió con destino a Chu

y no regresó.

Desde entonces

su mujer trepó la colina por donde partió

con la esperanza de

verlo una vez más.

 

Al principio creyó que su demora

se debía a que encontró

con viejos compañeros de viaje

o un gran río de cerveza.

 

Poco a poco las cosas fueron empeorando.                                                                                                    

La idea de una excursión de burdeles

invadía su cabeza de rabia

pero

tal vez pudo caer en un pozo de fuego                                                                                                 

se decía

 

o su cabeza

fue arrancada por un dragón xenofóbico

al cruzar las fronteras de un país desconocido

y se lamentaba.

 

Los años pasaron

sus hijos crecieron

empezó a caérsele el pelo

 

pero su ritual

no terminó.

 

Todos los días trepaba a la cima de la colina

hasta que un día

muy anciana

cayó dormida sobre la alfombra de tierra

y se convirtió en un promontorio de rocas.             

 

La leyenda dice que tal hora

tal día

la colina se alza y lanza un aullido

similar al de un lobo

que eructa los esqueletos

que ha engullido durante el día

en forma de nubarrones grises.

 

Pero esto último es algo incierto

la colina existe y si la vieras

 

notarías que parece una gran pila de huesos.

 

 

 

He visto al hombre del río

 

Solo como una caja registradora

después de un asalto.

Inútil vacío sin dinero.

Postes derribados por autos a 100 km/h.

 

Alguien pretende desplumar un espantapájaros

con un taser.

 

Atizas dos cometas de un tiro

su cuerpo cae disuelto

y deja amarillo el río.

 

Piensas en la fascinación

por el borde de los edificios

la música que oyen en su mente los ahogados.

 

He visto al hombre del río.

Los zapatos dispersos en el fango

 

peces que de un día a otro

encuentras boca arriba en la pecera

y arrojas a la basura.

                                              

                                                          

Imagen: Lu Liang

 

 

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