Radio. Helen Duncan.
Tus manos eran el camino a otras dimensiones.
La ley anti brujas te proclamaba.
Del ectoplasma en tu boca
salían voces tan borrosas como un sueño.
Los televisores apagados te mostraban buques hundidos.
Tus títeres vestidos con ropa espiritista
escuchaban sentados la estática de afuera.
La guerra es un bucle en el sueño de los demonios, pensabas.
A ciertas horas cerrar los ojos
era para ti escuchar la no existencia,
caminar junto a ella.
Los marinos muertos hacían fila
para acceder a ti.
El rabino y el prestidigitador conversan sobre un libro de magia
Houdini fue a visitar médiums
tras la muerte de su padre.
Nadie apareció.
Un gato en la ventana de un séptimo piso
en la Avenida Jefferson
llegó mordido y con un ratón en el hocico que
chillaba como una puerta en ruinas.
Se metió dentro de una caja con corbatas
y presenció el acto.
La maestra de los videntes rasgó el velo
para que Mayer Samuel Weisz
se levantara de la melancólica nada.
Campanillas comenzaron
a revolotear como crías de cuervos
debajo de la mesa.
El consultante otra vez pensó:
“esto es un desastre”.
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