Una variante sobre el aislamiento (o el templo devorado)
hay una colina en mi mente
/la pendiente interminable de la consciencia/
una cúspide es solo la más baja profundidad
la señal, la comisura vocal,
el quejido que va a nado directo al abismo
estoy solo, con las posibilidades que no fueron yo:
el progenitor,
el amigo,
el visitante ocasional,
el otro
(así, con el plural herido)
el surco de mi dedo saborea las hendiduras del teclado:
es la sangre del monitor,
/ una sangre monitora/
(y respiro el estallido, cubículo irradiando)
cuando pasa el transporte diario,
una cámara rota sobre mí;
poseo el asombro
poseo la ingenuidad
y no estoy, ni están…
todas son representaciones, la ilusión de la inmanencia en mis palabras
(Mara, el deseo que depreda lo infinito)
[el poseer es una quimera:
soy el reflejo casi siempre
la flor tiesa, adversa y sanguinolenta
el Narciso de un aparador micénico
es el momento de la crisálida,
con sus sombras marcando la ribera de un universo confinado
(el nado del sauce permanentemente extasiado)
indicios de dientes en cada significado,
la mano que asemeja un colmillo y una víscera,
las astas fracturadas sobre un rastro de hierba herida…
el hálito de mi canto es solo una vértebra trenzada:
entonces dice viento, dice Sol…dice casi nada
Imagen: Marc Chagall