Poemas de Daniel Faria
EXPLICACIÓN DEL CÁNTARO
El nido del murciélago
Es el oído del hombre
El hombre tiene un cántaro
En la cabeza
Sólo un oído a la escucha puede atravesarlo
El hombre es una caverna
El cántaro es su secreto
EXPLICACIÓN DE ESCUCHAR
Nadie me llama
Escucho el calcañar del pájaro
Sobre la flor
Y no respondo
EXPLICACIÓN DE RICARDO REIS
Los ríos amo, Lidia, lentos
Y largos sobre el suelo.
Que en un día los niños bañándose en ellos
Se enjuagan al sol y corren.
Y por la velocidad pueden
A los astros compararse.
EXPLICACIÓN DEL YUGO
El hombre en el cuerpo de la mujer
Empujó todo el día el arado
Del llanto de ella
Bebieron los bueyes
Y a la noche
Murieron a su lado
EXPLICACIÓN DE LA ESPERA
¿Cuándo me sentaré al sol
Despojado
Liquen viviendo
De la inclinación de las ramas?
¿Cuándo creceré como nube
Mano leve sobre la frente
De la enfermedad?
¿Cuándo reposaré
Ausente sin sufrir
Cualquier ausencia?
EXPLICACIÓN DE LA DISTANCIA
Aunque el vagar me acercase
a lo que eres
Y cada día me entregase a otro
Día
Y la encrucijada se desamarrase
En mis manos
EXPLICACIÓN DE LA HERENCIA
Duro es abandonar lo que tuvo sentido y obedecer
Aunque el parpadeo fue lo que heredamos de los pájaros
Frente a los ojos sólo se repite el paso
LA MISMA EXPLICACIÓN DE LA HERENCIA
Muy poco
Quedará
Después del hambre el sabor del pan
Después de la sed el correr el agua
El haz de leña a la cabeza
De la mujer incendiando
El caer de la tarde
***
También podría haber escrito de haber probado en el desierto
El silencio, el diluvio
La pequeña península de agua
Que el silencio no enjuaga
***
Todas mis fuentes vienen de ti
Los manantiales
Y te amo con la constancia del moribundo que respira
Sin saber ya de qué lado lo visita la muerte
Busco la relación entre tú y la luz muy pequeñita luego de los temporales
Entre la luz y las esquirlas en las calles bombardeadas
Desconozco el collar en el que unes todo
Busco entender cómo es que moldeas
Mis pies al equilibrio que los mueve en el suelo
Sé que eres tú que me levantas
Que remiendas mi cuerpo cada día
En ti encuentro la pulsación
Que revienta –una arteria como nunca
Había chorreado. Cráter donde duermo
Prisionero, árbol bajo la lluvia
En dificultad extrema
De respiración
Pongo la cabeza entre las ramas, lanzo los brazos afuera
Como un pájaro entre un montón
De disparos
Tú mueves las agujas, tú unes de nuevo
Mis alas a la curva del cielo
***
Si fueras pájaro aletearías para destruir la trampa
Si fueras insecto apenas dejarías círculos alrededor de la luz
Si fueras abeja harías zumbar la revuelta
Pero eres vuelo por la sombra
Si fueras hormiga cargarías el orden, almacenarías el cansancio
Si fueras flor polinizarías la tierra
Serías corona incorruptible
Si fueras flor a través de las estaciones
***
Debo ser el último tiempo
La lluvia definitiva sobre el último animal en los pastos
El cadáver donde la araña decide el círculo.
Debo ser el último peldaño en la escala de Jacob
Y el último sueño en él
Debo ser el último dolor en la cintura.
Debo ser el mendigo en mi puerta
Y la casa puesta en venta.
Debo ser el suelo que me recibe
Y el árbol que me planta.
En silencio y lento en la oscuridad
Debo ser la víspera. Debo ser la sal
Que vuelve atrás.
O la pregunta en la hora de partir.
***
Anuncio y perezco.
Piedra redonda
Removida y
Redonda.
Semilla tras de la muerte. Después de la mano del hombre. Pan y
Piedra
Removida y
Redonda.
Paisaje abierto. Lado abierto.
Piedra abierta
Redonda y
Redonda.
***
Incluso en el interior del cuarto
Eres el lado de afuera de la casa
Los innumerables escalones de la casa. El más antiguo
Niño subiéndolos uno a uno
***
Podría haber escrito temblando de respirar tan lejos
Haber escrito con la sangre.
También podría haber escrito las visiones
Si los ojos divididos en partes no sobraran
En el vacío de la ceguera
Y luz.
Podría haber escrito lo que sé
Del futuro y de ti
Y de haber visto en el desierto
El silencio, el fuego y el diluvio.
De dormir lleno de sed y podría
Escribir
El interior del reposo
Y ser pavesa en que la muerte vive
Y la vida rompe.
Y podría haber escrito mi nombre en tu nombre
Porque me alimento de tu boca
Y en la palabra me sustento en ti
***
Necesitaba hablarte al oído
Mantener sobre el rodete del silencio
La escritura.
Necesitaba de tus rodillas. De tu puerta abierta.
De la indigencia. Y de fatiga.
De tu sombra sobre mi sombra
Y de tu casa.
Y del suelo.
***
Dejo el cuerpo a la sombra de la flor más alta
Alrededor de una lámpara
Apagada. Enciendo la muerte.
Soy un hilo vertical, una nube
Que pasa
Una casa abierta y cerrada
***
Cómo duelen los árboles
Cuando llega la Primavera
Y los amigos que todavía están de pie
AQUILES Y PATROCLO
Ni sucesivas y sucesivas migraciones de aves
Completarán la distancia que ahora nos separa
Aunque esta nave no me llevará a casa
Y seguirte no será morir
LABERINTO I
No volveré a dividir
Las aves –el canto y las alas–
Para encontrar el peso exacto
Del cuerpo que se eleva
No volveré cerca de las olas
Ni del cabello ondulado de la mujer
Voy a construir el laberinto para la muerte
Recostar el cuerpo sobre el polvo para morir
PIEDRA DE SÍSIFO I
Carga el agua amotinada
En los ojos de Narciso, pequeño Sísifo,
Pequeña luciérnaga adentro de la roca
Pequeña luz adentro del prodigio.
Rueda la semilla, sosiega en las terrazas
El viaje siempre repetido
De dar vueltas la piedra es redonda
La vida
Traducción de Sergio Ernesto Ríos
Daniel Faria (Baltar, 1971-Porto, 1999). Realizó estudios de Teología en la Universidad Católica Portuguesa de Porto. Graduado en Estudios Portugueses en la Facultad de Letras de la Universidad de Porto. Falleció el 9 de junio de 1999 a punto de concluir el noviciado en el Monasterio Benedictino de Singeverga. Publicó los libros: «Uma Cidade con Muralha» (1991), «Oxálida» (1992), «A Casa dos Ceifeiros» (1993), Explicação das Árvores e de Outros Animais» (1998) y «Homens Que São Como Lugares Mal Situados» (1998).
Imagen: D. W. Miller