Alcides ciertas veces. Sergio Briceño González

 

Alcides ciertas veces

 

Una ciudad llamada Hércules

pero sin leones de Nemea

y sin el Argos para lanzarse

al mar o limpiar los establos del planeta.

Enamorarse ahí de una enfermera llamada Deyanira.

Clavar con flechas rojas el horno más potente

y que escurra metales como sangra una herida.

Hércules

                          Coahuila. 

Toda una ciudad llena

de voces. 

Desaté el cinturón

de mi amiga de prepa 

y fui el pastor de todos los carneros. 

No me quité la vida

como cientos de aquí

ni al escuchar mi conciencia

de córvido o gorrión.

Pero esto es Hércules. Bienvenidos a mí, a mi esquina del

mundo. Llega señal de celular y hay un cine, un teatro, un

pequeño jardín con nomeolvides. No tenemos vida, y no hay

nada a la vuelta de la vida.

Pasan venados con tripas más suaves que sus carnes.

Intuimos al búfalo

que empaña las ventanas

y al que reunidos sometimos 

y sin fuego comimos, porque aquí, en Hércules,

nunca encienden las brasas, 

las apaga la niebla con su paso de nube.

Quisimos las yeguas del vecino para nunca volver y no

importó si tropezaban en postes o saltaban a los desfiladeros.

Hércules, cómo escapar de ti

si esas nueve cabezas

escupen otra lava

incluso si les cortas la cabeza.

Hércules, la grasa de este jabalí

tendrá que ser el himno

del amor, su clara consistencia

para que haya coito y agitaciones que arranquen el suspiro.

Manzanas imposibles en lo alto,

no las deseara Safo tanto como tú.

Manzanas que al morderlas

endurecen

y oro la pulpa vuelven. Manzanas ya metálicas

pero tan áureas que encandilan.

Manzanas que la balanza

del banquero hace brillar

como un sol diminuto y poderoso.

Y al final el ladrido. Tres cabezas

y un sordo rechinar

de muela y de colmillo. 

Ladren, rencor, envidia y arrepentimiento. 

Ladren con más de tres cabezas

para cortarlas de tajo

con mis manos. 

Yo soy esta ciudad,

soy esta gente. 

Entre mis vestimentas, 

esa bola de fierro con tachones para golpear,

en seco,

a la muerte en la cara.

 

 

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