Apareció y quería casarse con un hipopótamo
Fumábamos en la azotea de un edificio altísimo
Ella, encadenada
jugueteaba como un cachorrito;
su piel era rosada
Él apareció furioso
y la golpeó con un látigo
Así pasamos la noche; fumando
Aclaró y le puso un velo de novia
me dijo la voy a soltar,
me quiero casar con ella
le dije si lo haces se arrojará al vacío
dijo estás loco
me ama de verdad
Él siempre ha sido obstinado
desde niño, lo conocí en el kínder
Le quitó el grillete del cuello
ella se sacudió
como hacen los perros para quitarse el polvo
nos sonrió a los 4;
o eso sentí
trotaba en círculos
y hacía su malabar
se sostenía en las patas traseras
mirando al cielo
tal vez en su nariz había un objeto imaginario;
un bolo, o una pelota
pero se acercó demasiado
al montón de cornamentas
trastabilló;
cayó al vacío
Escuchamos el impacto
Guardamos silencio;
fumamos
Él nos contó
sobre el circo donde la encontró
y de un escalpelo que usaba
para castigarle los muslos
yo visualizaba eso
y el velo, que quedó
enganchado a un cuerno
le dije se murió
respondió está fingiendo
para llamar mi atención
pero yo me asomé
vi el cuerpo en el asfalto;
intuí el cráneo roto
desquijarado
Él bajó a la calle
Yo me subí a un castillo de construcción
Enfoqué con los prismáticos
que me dio el jorobado antes de irse
ahí estaban los dos
entonces el cielo ya era una cubierta
de hielo estrellado; granizaba
él la golpeaba con el látigo
y la violentaba verbalmente
hija de puta
te odiaba
caerás a las alcantarillas
te pudrirás ahí
te tragarán las ratas
Un vagabundo se acercó a discutir con él
y también recibió latigazos
Él siempre ha sido así, tirano, patético;
lleva en sí un gusto asqueroso
por la disciplina y el control
Un albino vestido de mesero me hizo a bajar
trajo un pupitre
me sirvió un recipiente
lleno de hipocampos
y una copa de vino
aunque estaba empapado
y el granizo me golpeaba
comí algunos caballitos
con cátsup y galletas
Lloraba por ella
sus cicatrices
y su mirada al caer
me enternecían
me dolían muchísimo
Mis lágrimas, colmadas de odio
eran rosadas, como ella
caían sobre los hipocampos y los revivían
los veía verme y carcajearse
saltaban hacia las hondonadas de hielo
que se formaron por el granizo
y patinaban
uno de ellos, el más gordito,
subió a mi hombro derecho
silbaba la Sarabanda famosa de Händel
yo quería carcajearme con él
pero se me estaban cayendo los dientes
y me sangraba la nariz
Imagen: Aleksandra Waliszewska