Israel López Solano. Apareció y quería casarse con un hipopótamo

 

Apareció y quería casarse con un hipopótamo

 

Fumábamos en la azotea de un edificio altísimo

 

Ella, encadenada

jugueteaba como un cachorrito;

su piel era rosada

 

Él apareció furioso

y la golpeó con un látigo

 

Así pasamos la noche; fumando

 

Aclaró y le puso un velo de novia

 

me dijo la voy a soltar,

me quiero casar con ella

 

le dije si lo haces se arrojará al vacío

 

dijo estás loco

me ama de verdad

 

Él siempre ha sido obstinado

desde niño, lo conocí en el kínder

 

Le quitó el grillete del cuello

 

ella se sacudió

como hacen los perros para quitarse el polvo

 

nos sonrió a los 4;

o eso sentí

 

trotaba en círculos

y hacía su malabar

 

se sostenía en las patas traseras

mirando al cielo

 

tal vez en su nariz había un objeto imaginario;

un bolo, o una pelota

 

pero se acercó demasiado

al montón de cornamentas

 

trastabilló;

cayó al vacío

 

Escuchamos el impacto

 

Guardamos silencio;

fumamos

 

Él nos contó

sobre el circo donde la encontró

y de un escalpelo que usaba

para castigarle los muslos

yo visualizaba eso

y el velo, que quedó

enganchado a un cuerno

 

le dije se murió

respondió está fingiendo

 

para llamar mi atención

 

pero yo me asomé

vi el cuerpo en el asfalto;

 

intuí el cráneo roto

desquijarado

 

Él bajó a la calle

 

Yo me subí a un castillo de construcción

 

Enfoqué con los prismáticos

que me dio el jorobado antes de irse

 

ahí estaban los dos

 

entonces el cielo ya era una cubierta

de hielo estrellado; granizaba

 

él la golpeaba con el látigo

y la violentaba verbalmente

 

hija de puta

te odiaba

caerás a las alcantarillas

te pudrirás ahí

 

te tragarán las ratas

 

Un vagabundo se acercó a discutir con él

y también recibió latigazos

 

Él siempre ha sido así, tirano, patético;

lleva en sí un gusto asqueroso

por la disciplina y el control

 

Un albino vestido de mesero me hizo a bajar

 

trajo un pupitre

 

me sirvió un recipiente

lleno de hipocampos

y una copa de vino

 

aunque estaba empapado

y el granizo me golpeaba

 

comí algunos caballitos

con cátsup y galletas

 

Lloraba por ella

 

sus cicatrices

y su mirada al caer

 

me enternecían

me dolían muchísimo

 

Mis lágrimas, colmadas de odio

eran rosadas, como ella

 

caían sobre los hipocampos y los revivían

 

los veía verme y carcajearse

saltaban hacia las hondonadas de hielo

que se formaron por el granizo

 

y patinaban

 

uno de ellos, el más gordito,

subió a mi hombro derecho

silbaba la Sarabanda famosa de Händel

 

yo quería carcajearme con él

pero se me estaban cayendo los dientes

y me sangraba la nariz

 

 

 

Imagen: Aleksandra Waliszewska

 

 

 

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